Una de las actividades que más me gustó dentro de la fundación, fue el hecho  cuidar de un niño, y brindarle juegos y diversión. Su madre se encontraba pendiente de este, pero yo era la encargada de hacer que este pasara un buen rato. Para esto, busqué actividades que ayudaran a mejorar su habilidades como el dibujo, el oido, la concentración, etc. Todo esto, mediante juguetes que se encontraban para que los niños los usaran, y varios de estos eran en relación a la música, la cocina, la contracción lo cual sirvió bastante para que el niño tuviera la oportunidad de divertirse un rato y a su vez aprender de esto. 

Las dos horas que tuve de cuidado con el pequeño, fueron de gran ayuda para entender que ellos necesitan de una diversión, que pueden aprender bastante rápido, que a pesar de que tienen una enfermedad, no les detiene las ganas de querer aprender nuevas cosas, de sonreír y pasar un buen rato. El niño siempre tuvo la mejor actitud y realizó las actividades.

Además de esto, le hice un dibujo para que lo guardara y se acordara de mí, mientras el llenaba su cuaderno de dibujos.

Fue una de las experiencias más bonitas en todo el trayecto de ayuda en la fundación, ya que logré conectarme con uno de los niños y contagiarme de esa energía tan linda que tenía. Todos tenemos el derecho aprender y a divertirnos, a desarrollar nuestros sentidos sin importar las circunstancias en las que nos encontremos. Eso es un aspecto muy lindo de la vida, y el pequeño que me acompañó me hizo recordarlo siempre.